2. January, 2017E Biblicos 2 comments

TRES ATADURAS

 

Job 42:10;16

«Después de haber orado Job por sus amigos, el Señor lo hizo prosperar
de nuevo y le dio dos veces más de lo que antes tenía. Todos sus hermanos y
hermanas, y todos los que antes lo habían conocido, fueron a su casa y
celebraron con él un banquete. Lo animaron y lo consolaron por todas las
calamidades que el Señor le había enviado, y cada uno de ellos le dio una
moneda de plata y un anillo de oro.

El Señor bendijo más los últimos años de Job que los primeros, pues
llegó a tener catorce mil ovejas, seis mil camellos, mil yuntas de bueyes y mil
asnas. Tuvo también catorce hijos y tres hijas.

Después de estos sucesos Job vivió ciento cuarenta años. Llegó a ver a
sus hijos, y a los hijos de sus hijos, hasta la cuarta generación. Disfrutó de
una larga vida y murió en plena ancianidad.»

Este mes es el mes de las puertas imposibles; de casos difíciles; y hoy vamos a estar orando para que obtengamos cosas de grandes bendiciones para nosotros.

“Si hoy corto tres ataduras, en su lugar vendrán sobre mí tres bendiciones. Hoy dejaré tres ataduras y me llevaré para mi casa las tres bendiciones. ¡Amén!”

La atadura es un apego; un pegamento; un vínculo negativo; un lazo emocional y espiritual con algo o con alguien; eso es una atadura. En psicología se lo llama ‘apego’; a nivel espiritual lo llamamos ‘atadura‘. Es un apego, un lazo, un vínculo negativo con algo o con alguien. Dice acá que Job tenía mucho de todo, y el diablo se le presentó a Dios; y le dijo: “Job te quiere porque tiene de todo; pero si le tocamos las cosas, vas a descubrir que en realidad Job nunca te quiso; lo que en realidad Job quiso fue las cosas”. Entonces se suelta la historia donde Job pierde absolutamente todo; tiene la desgracia de ver morir a sus diez hijos; la esposa lo abandona; le viene como un cáncer de piel; y termina en un basurero rascándose con un pedazo de jarro, sólo y abandonado.

Atadura es cuando algo o alguien ocupa un lugar obsesivo en mi mente, y siempre pienso en eso, o en esa persona. Podemos tener ataduras con cosas; poder tener ataduras con gente; con ritos, con ideas, con recuerdos; y siempre la atadura nos trae angustia porque nos apegamos a algo y tenemos miedo de perderlo, porque pensamos que si perdemos eso o esa persona vamos a perder una parte importante de nuestra vida. Entonces empezamos a controlar; y resulta que todo lo que controlamos nos termina controlando; todas las ataduras siempre son esclavizantes porque vivimos atados a algo o a alguien bajo la angustia y el miedo de perderlo. Esa angustia de perder ese trabajo, esa idea, esa persona, esa pareja, ese rito, se transforma en un dolor muy grande.

Pero, ¿qué pasa? Siempre vamos a perder; porque la vida se compone de pérdidas
nada ni nadie es eterno. Una persona puede atarse a un coche, pero el coche tiene un ciclo de vida útil. Va a haber un momento donde el coche se va a romper; la pareja tiene un ciclo de vida útil, en un momento habrá una separación o va a haber una muerte.
Todo en la vida es pérdida, porque todo y todos los que estamos en la vida somos temporales. Entonces, cuando una persona queda atada a algo o a alguien, siempre va a estar sufriendo, y lo que es peor, cuando tengo una atadura -un vínculo negativo con algo o con alguien- no puedo tomar la bendición que Dios tenía preparada para mí. Pero cuando yo rompo esa atadura me desato de eso o de esa persona, y puedo tomar la bendición.

Vamos a hablar de tres ataduras, y vamos a orar y a cortar las ataduras. Vamos a hacer un acto profético y nos vamos a llevar tres bendiciones.

1) La atadura de las ideas de mi mente

Cuando yo me apego a las ideas de mi mente, las ideas terminan esclavizándome. Tengo que romper la atadura de las ideas de mi mente, de las ideas chicas.

Tendemos a evaluar al otro según nuestras ideas. Si el otro me gusta, entonces me cae bien, y si el otro no se parece a mí, entonces me cae mal. Y muchas veces tomamos los primeros minutos para evaluar a la persona y vemos: “se viste como yo, entonces me gusta; no se viste como yo, no me gusta. Tiene aritos por todas partes, no me gusta; tiene pelo largo, me gusta. Habla de esta manera, me gusta; no habla de esta manera, no me gusta”. Y eso es una atadura a las ideas de nuestra mente. Porque no nos tomamos tiempo para conocer a la persona. Y cuando estamos atados a nuestras ideas, categorizamos, pre-juzgamos, estigmatizamos. Decimos, “mirá: ese es un gordo”, pero no sabemos qué le pasó a esa persona; no sabemos su crianza, no sabemos su dolor. “Ese se separó”; pero no caminamos en sus zapatos; no sabemos la historia que tuvieron; las pérdidas que tuvieron; las luchas que tuvieron. Entonces, ¿qué hacemos? Nos atamos a nuestra idea de gusto, y entonces decimos: “si me gusta, entonces lo acepto; y si no me gusta lo rechazo”. Ideas pequeñas…

Dice que fue un hombre a una iglesia; estaba vestido común, y en la iglesia estaban todos bien vestidos. Entonces el pastor se acerca y le dice: “muy mal que usted vino vestido así. Pregúntele al Señor Jesús cómo quiere que usted se vista… váyase”. A la otra semana el hombre volvió vestido igual. El pastor le dice: “muy mal cómo usted está vestido; pregúntele a Jesús cómo quiere Él que usted se vista… váyase”. La otra semana volvió a la reunión y viene el pastor y le dice: “muy mal vestido… pregúntele a Jesús…” y el hombre le dice: “yo le pregunté a Jesús, y me dijo que él nunca había entrado en esta iglesia, ¡y no tenia la más pálida idea!

Lo importante es darnos tiempo para conocer a la gente. ¿Cuántas veces nos guiamos por comentarios…? “Mirá, cuidado porque ese es así; porque aquel es asá…” y no nos dimos tiempo para conocer a la gente, para evaluar según su corazón y no según los gustos que nosotros tenemos. Eso era lo que hacían los fariseos: miraban el exterior, pero por dentro estaban podridos, tenían maldad. Y Jesús dijo: “ustedes miran lo de afuera y no se dan tiempo para conocer a las personas“. Darnos tiempo para ver cómo es el otro; respetar que el otro puede tener gustos distintos. A veces miramos cómo está vestido, o “mirá cómo habla; no me gusta”, pero no te gusta, y no tiene por qué gustarte. Pero cuando vos podés tomar tiempo, descubrís que tal vez esa persona que es distinta a vos es una persona maravillosa, tiene el corazón lleno de amor, lleno de paz y de bendición. Entonces nos damos tiempo para conocer, y le damos tiempo a la gente para cambiar. A veces cuando tenemos las ideas chiquitas decimos: “¿qué pasa que no cambia, que no crece?”; “¿qué pasa que no deja de fumar?” Y no le damos tiempo; queremos que Dios cambie de esa persona en un mes, lo que no nos cambió a nosotros en cincuenta años. Que deje de fumar, que está dando mal testimonio… pero vos hace veinte años que tenés esa lengua chismosa y venenosa, que es peor que el cigarrillo… porque el cigarrillo mata a uno, ¡pero tu lengua mata a mil!

“Toda la misericordia que suelte a los demás, alguien la soltará para mi casa”.

No nos apresuremos a juzgar. La gente antes entraba a la iglesia y decía: “mirá cómo vino vestida; vino ‘la vedette’; mirá ese… que los aritos, el tatuaje; mirá ese pelo, no me gusta.” Y si le preguntás a ese, no le va a gustar el peinado tuyo. Entonces: darnos tiempo. Tenemos que soltarnos de las ideas pequeñas. “Hoy me voy a desatar.” Tenemos que soltarnos de las ideas que nos torturan.

Job perdió los diez hijos. Satanás no le mató a los hijos; Satanás le tocó las finanzas. Lo de los hijos fue una desgracia. Pero a Job se le mezcló todo y dijo: “Dios me mató a los hijos; perdí todo.” Y los tres amigos que se le paran al lado de Job le dicen: “si tus hijos murieron, fue por su pecado”. Tenemos que desatarnos de esas ideas. A una persona que perdió un hijo le dijeron que Dios le mató al hijo porque venía a esta iglesia. Esas son ideas diabólicas y malvadas. “Algo habrás hecho; no estarás orando lo suficiente; ¿faltaste a la reunión del viernes…? por eso te pisó un camión; por algo será…” Como esa gente que usa la Biblia: “tengo un pasaje para vos: Ezequiel 31, que dice: “Dios pudrirá tu yugo y tu cabeza también y te aplastará”. Todas esas ideas de tortura, eso era lo que le cuestionaban a Pablo: que donde iba lo apedreaban, lo metían en la cárcel; y los religiosos decían: “¿Cómo…? Si es tan de Dios no puede sufrir.” ¡¿Cómo que no va a sufrir, si la vida se compone de sufrimiento?! Pero la gente a la que le pasan cosas difíciles, no es la gente que está haciendo las cosas mal; es la gente que está haciendo las cosas bien. Tenemos que desatarnos de las ideas torturantes que te dijeron: “eso te pasa por no leer la Biblia; eso te pasa por no ayunar; por ir a ese lugar; Dios te castigó por aquello.”

Me desato de esas ideas diabólicas.

Nos tenemos que desatar de las ideas de los demás; son solamente opiniones. Hay personas que viven diciendo: “mirá lo que me dijo.” Hay parejas que están atadas a la opinión de él o de ella: “¡¿cómo me dijiste eso?! Pero, ¿quién te creés que sos?” Y divinizamos la opinión del otro, y nos atamos a la opinión del otro, sencillamente porque nos apegamos a esa idea, en vez de decir: “esa es tu opinión; vos pensás así; que Dios te bendiga; yo opino de otra manera” ¡y se terminó la historia!

Desatarnos de la opinión; de cómo nos ve el otro. Las ideas; tenemos que desatarnos de las ideas. No te apegues a tus ideas; las ideas hoy te sirven, mañana Dios te va a dar mejores. No nos atemos a nuestra mente, porque nuestra mente es pequeña, pero las ideas que Dios nos va a dar son maravillosas. Tenemos que desatarnos: “hoy me voy a desatar de mis ideas, de las ideas de los demás y de las ideas de mi infancia.”
Las ideas que nos sembraron en nuestra infancia son las más poderosas, porque esas ideas marcaron nuestro concepto de normalidad. Si yo me crié con papás depresivos, para mí tener depresión va a ser mi normalidad. Si yo me crié en una casa donde no había para comer, la pobreza va a ser mi normalidad. Si yo me crié en una casa donde había conflicto, conflicto va a ser mi normalidad; y la mente siempre vuelve a su normalidad. Entonces, una persona que fue criada con pobreza empieza a prosperar, empieza a crecer, empieza a hacer buenos negocios, hasta que se va a mandar una equivocación para volver otra vez a la pobreza, porque están atados a sus ideas de la infancia. Hay personas que se criaron con depresión y dijeron: “tristeza es mi herencia”; y de pronto le empiezan a pasar cosas buenas en la vida; Dios lo bendice, avanzan; pero hacen algo para volver otra vez a su normalidad de tristeza y de depresión.

Hasta que no nos desatemos de esas ideas; hasta que no nos desenamoremos de nuestra mente, Dios no va a poder derramar sus ideas, que son bendición, vida y abundancia.

Había un paralítico tirado treinta y ocho años en un lugar, con todos los leprosos, con todos los enfermos; abandonado literalmente por la sociedad y por la gente; treinta y ocho años paralítico. Viene el Señor y le dice: “¿querés ser sano…? ¡¿Cómo le va a preguntar eso a una persona paralítica?! ¡¿Qué va a querer?! Y él le responde: “no tengo quién me meta en el estanque” Porque en ese entonces estaba la idea que, si al enfermo lo metían en un estanque con agua, se iba a sanar. Entonces Jesús le dice: “levantate y tomá tu camilla.” Cuando se levanta, el hombre empieza a caminar… ¡imagínense! Treinta y ocho años, y por primera vez deja el suelo como su casa; se pone de pie; ¡treinta y ocho años! Podía correr; caminar; saltar; una emoción enorme. Y él se va con la camilla. Dios le sanó las piernas. Y cuando aparecen los religiosos -porque siempre están por ahí…- le dicen: “¿quién te sanó?” Y les responde: “no sé quién me sanó; yo lo que sé es que me dijo: ‘levantate y andá’… no sé quién.” Y dice que se va el hombre caminando, va para el templo, y… ¿quién estaba en el templo?: Jesús. Lo mira; le dice al ex-paralítico: “no peques, para que no te venga algo peor” ¿Por qué le dijo eso? ¿Por qué le dijo: “no peques para que no te venga algo peor”? ¿Puede haber algo peor que no caminar? ¿Por qué le dijo eso? Y dice que inmediatamente el paralítico se fue: fue a los religiosos a botonearle que había sido Jesús el que lo sanó; porque los religiosos lo estaban buscando para matarlo a Jesús. Ese lisiado fue sano de las piernas, pero en su mente, su normalidad nunca fue cambiada. Ese fue -antes que Judas- el primer traidor de los evangélicos; porque al que lo amaba, él lo terminó odiando; y a los que lo odiaban, los terminó amando. Porque hay gente que ama a los que lo odian, y odian a los que lo aman. Por eso, bendición no alcanza, si nuestra mentalidad de normalidad no es rota.
Lo primero
Hoy nos tenemos que desenamorar de nuestras ideas y tomar las ideas de Dios, tenemos que establecer nuestra normalidad. Y nuestra normalidad no se estableció en nuestra infancia… ¿saben dónde se estableció?: en nuestro origen; en el Génesis. Cuando Dios creó la tierra, dijo: “bueno”; creó los animales, y dijo: “bueno”; creó la hierba y dijo: “bueno”. Pero cuando creó al ser humano dijo: “¡muy bueno!”. Yo soy ‘muy bueno’; esa es mi normalidad. “¡Acá hay alguien muy bueno, saludando a alguien muy bueno!” Dios nos ha hecho ‘muy buenos’. Yo soy muy bueno para prosperar; para hacer finanzas; para avanzar; para alcanzar los sueños. Yo soy muy bueno para todo lo que Dios me pide que haga. Esa es la voz de Dios que llena mi mente.

Lo segundo que hizo: los bendijo. “Yo soy amado por Dios”.
“Alguien amado por Dios salude a otro amado por Dios.” Estamos bendecidos; hay gente acá que está bendecida por la mano del Señor.

Lo tercero; en Salmo 8 dice que cuando nos formó, nos coronó con honra. Eso quiere decir que somos muy buenos, somos amados y somos valiosos.

Honra; sos un rey. Dios te ha coronado para que reines, para que seas el mejor, para que te destaques en todo lo que hagas. Esa es la normalidad original con la cual Dios hoy nos va a establecer.

Y después dice que lo hizo a imagen y semejanza.
“Tengo el potencial divino para alcanzar todo lo que me proponga”.

Esa es nuestra normalidad; esas son las ideas a las que hoy nos atamos. Nos atamos a que somos valiosos, a que somos amados, a que somos muy buenos, y a que somos a imagen y a semejanza de Dios. Y nos desatamos de toda idea pequeña; de todo gusto personal; de toda opinión de la gente, y de todo lo que digan y no digan. Y nos atamos a la voz del Señor, que es nuestro creador, nuestro rey y nuestro padre. ¡¡Que alguien celebre eso!!

En China, había uno que tenia un tatuaje que decía: “nacido para perder.” Y el pastor le preguntó al que tatuaba: “¿por qué se pone la gente ‘nacido para perder’?” Y el chino le respondió: “antes de tatuar brazo, mente tatuada…”

Hoy Dios te pone el tatuaje que ‘todo lo que hagas te saldrá bien’.

Mi normalidad es que soy muy bueno, amado, valioso y a imagen de Dios. Toda idea que no coincida con las ideas de Dios, hoy las cancelo de mi vida.

2) La atadura de los ritos y la rutina

Nos encantan los ritos; siempre lo mismo, de la misma manera, de la misma forma, por el mismo camino, la misma comida, los mismos besos, la misma discusión, las mismas malas palabras. Siempre lo mismo, de la misma manera; nos encantan los ritos. Por ejemplo la gente dice: “¿cuándo dan la santa cena?” La santa cena no existe, porque no es santa;es cena. Pero nos metieron eso en la cabeza: que es santa. Y cuando vos lees la Biblia, el único santo es Dios. Y, ¿sabés por qué se llama la cena del Señor? ¡Porque estaban cenando! Si hubiesen desayunado, hubiese sido el santo desayuno; y si hubiese sido en la merienda, la merienda del Señor. “Pero la dan muy rápida la santa cena” …¡no es santa! Me dijo una vez una persona que la ‘santa cena’ hay que darla al final de la reunión.. ¿de dónde sacó eso? Primero: cuando Jesús estableció la cena, no era una reunión; era una cena. Pero alguien le dijo que es al final de la reunión. Pero cuando Jesús estableció la cena, estaban comiendo y no era el final, estaban por la mitad. Pero le metieron eso el rito. “¡Pero acá lo agarré, pastor!: Él tomó el pan, y dio gracias; ¡acá no dan gracias!” …porque celebraban la Pascua; por la Pascua daban las gracias. Pero le metieron el rito…
“A mí me enseñaron que la santa cena (¡no es santa; es cena!) tenia que ser todos los domingos; no podía ser el jueves…” No sé por qué la tomaron el primer día… ¡es que algún día la tenían que tomar! “¿Por qué la tomaron el primer día y no la tomaron en el segundo…?” Porque si la hubiesen tomado en el segundo, ¡era el segundo día! “Sí; pero acá la toman todos…” Es que Jesús se la dio a todos los que estaban ahí; sí habían más, se la daba a más.

Me tengo que desatar de los ritos.

La otra vez le dijo una persona de otra iglesia al pastor Alejandro: “¿por qué dice ‘iglesia poderosa’, si el único poderoso es Dios…?” Pero en la Biblia dice que Jesús viene a buscar a una iglesia sin mancha y sin arruga, y sin pecado. Y sin arruga significa que no va a estar vieja; eso es ¡poderosa!

¿Quiénes tienen más de cuarenta años? Después de los cuarenta sentís que el tiempo pasa más rápido… “¡ya llegó el viernes!” Vas caminando y te dicen: “señor…” ¡señor tu abuela!, le decís al pibe. Te tratan de usted. Más de cincuenta: pasa el tiempo más rápido. Si tenés setenta, más rápido… ahí ya hablás de ‘décadas’: “Me acuerdo hace cuarenta y ocho años; hace treinta años…”, y el tiempo se va más rápido. Eso es un mecanismo psicológico: sentimos que el tiempo pasa más rápido. Y me puse a investigar por qué sentimos que pasa el tiempo más rápido. Descubrí que cuanto más crecemos, más rápido sentimos que se nos va; pero el tiempo no se va; en lo natural siempre es el mismo tiempo; pero la sensación es que se nos va rápido. Y descubrí que es por culpa de los ritos; porque se hizo una investigación con mil cuatrocientas personas: ¿qué recuerdos tenían? Sus recuerdos más lindos. La mayoría habló de los recuerdos a los veinte años; porque a los veinte años hay acción, ganas, entusiasmo, experiencias nuevas; no te importa nada. ¿Habrá alguien así acá …espiritualmente hablando? Pero después de los cuarenta… Alejandra me dice: “vamos a pasear Bernardo”; “noooo… hay mucho secuestro”. Me dice: “¡vamos al cine!”; “noooo… Leo me prestó un dvd” …todo de la misma manera. Y cuanto más avanzamos, más ritos: “dos besos de acá; giro de acá; tres de acá …y a dormir.” Todo lo mismo; todo igual. Y se nos va el tiempo más rápido. Y descubrí lo que Dios le dio a Job… ¿Saben que la vida de Job era un rito? Él se levantaba; mataba animales; visitaba a los hijos; hasta que le vino un cáncer en la piel… ocho meses sufriendo. Perdió todo; lo dejaron los amigos. Pero dice que al final de los ocho meses, Dios vino y le regaló ciento cuarenta años más: ¡una vida llena de sentido! Cuando nos desatamos de los ritos, vienen las experiencias hermosas; viene el sentido maravilloso.

Hoy vamos a apagar el piloto automático y vamos a decir: “ya no me voy a mover de memoria; quiero que Dios me dé experiencias nuevas, en lugares nuevos; que Dios me dé oraciones nuevas; me dé gloria nueva; me dé poder nuevo; finanzas nuevas; amigos nuevos; toque nuevo; viajes nuevos; y enriquezca mi vida.” Porque se vienen las experiencias que nos van a mantener jóvenes, fuertes y vigorosos.

Hay que sacarnos ritos. El bautismo tampoco es un rito; nada en la vida cristiana es un rito. “¿Acá por qué hacen gritar…?” Porque hay gente que nunca gritó. Después tienen para hablar toda la semana: “fui a la iglesia esa de los ‘psicólogos’ que enseñan ‘humanismo’, y nos hizo gritar.” Por eso Dios te puso la loca y el loco que hoy tenés al lado: para que tengas algo para hablar. Dios nos va a dar experiencias nuevas. Dios nos va a mover adonde nunca fuimos; vas a pisar lugares extraños; el lugar te resultará extraño a vos, pero vos no resultarás extraño a la tierra; porque ese lugar te ha estado esperando durante toda tu vida. Porque la tierra clama para que los hijos de Dios nos manifestemos, para que salgamos del adormecimiento, de vivir siempre lo mismo. Dios te va a llevar a lugares donde nunca fuiste. Conocerás gente distinta en tu vida; hablarás de temas que nunca hablaste; porque Dios hará de nuestra vida una aventura extraordinaria.

Que puedas dar un grito; porque con este grito nos vamos a desatar de los ritos. ¡¡Despertá; despertá, despertá!! Hoy hay gente que ha despertado otra vez a la vida.

Quiero avisarte, que te prepares para vivir cosas nuevas en el Señor. Porque Dios es novedad de vida. Toda la vida de Job estaba dormida, hasta que le vino ese cáncer en la piel; todo el mundo se le derrumbó. Pero Dios apareció al final de la historia y le dijo: “Job, nunca te iba a dejar. Te voy a dar una vida con sentido.

” Quiero hablarle a la gente que ha pasado momentos difíciles: después de ese momento Dios va a inaugurar; vas a despertar a las mejores experiencias de toda la historia de tu vida. Dice que Job vio hasta la cuarta generación de los hijos de sus hijos bendecidos. Quiero decirte que vas a sembrar en tu descendencia bendición sobrenatural. Tus hijos y tus nietos van a hablar de vos; van a decir: “mi abuelo estaba dormido; quería ‘la santa cena’; pero alguien lo despertó. Dios le cayó con un ‘camión’ de la unción del Espíritu Santo, y dijo ‘estoy vivo; voy a aprovechar cada minuto; no lo voy a peder más. No voy a repetir más tonterías, sino que voy a capturar el destino, el propósito, los sueños. Porque yo soy valioso; yo soy honrado; soy imagen del Señor; soy bendito y soy ¡¡¡muy, muy, muy bueno!!!”

3) La atadura de las cosas

Job tenía cosas. Nosotros tenemos dos problemas con las cosas; primero: la mente monástica. Me traje de España un libro grande sobre todos los monasterios del Siglo III en adelante. Me puse a leer cómo era la vida monárquica… Pobreza: las cosas son malas; diabólicas. Pero la Biblia dice: “todas las cosas nos ayudan a bien”; y Jesús dijo: “cuánto más, vuestro padre celestial sabe que tenéis necesidades de éstas… cosas.” Dios nos va a dar cosas. Hay gente que se ató a las cosas, porque las cosas le sanan la estima. Entonces -como tienen baja estima- dicen: “tengo este reloj de tal marca; tengo este coche nuevo, me siento mejor; tengo esta ‘marquita’, me siento mejor”; y eso es una atadura, porque las cosas no son necesarias para que te sientas bien. Tenés que sentirte bien con cosas o sin cosas, en riqueza o en pobreza. “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”; esa es la gente a quienes las cosas los van a perseguir. No necesito de las cosas para sentirme bien… porque me siento bien, persigo las cosas. Cuando Dios nos da cosas, tenemos que disfrutarlas, no tener mente de monasterio: “mirá, eso es diabólico”; porque Jesús dijo: .” Entonces Dios nos va a bendecir económicamente; nos va a bendecir materialmente; pero las cosas no van a ser para lucirlas, para mostrarlas, para sentirnos bien; van a ser para disfrutarlas. Cuando Dios te da coche, te da casa, Dios te lo va a dar, pero vos decile: “Padre, lo voy a disfrutar, y ya mismo lo suelto de mi vida, para que cuando se vaya de mi vida, no me duela” Porque todo es temporal; todo. Y cuando ya soltaste algo antes que recibirlo, cuando Dios te lo da lo disfrutás, y la cosa no es tu amo. El dinero no es tu obsesión porque ya lo soltaste; y cuando lo soltaste, lo podés disfrutar; y cuando lo soltaste, podés tomar algo más grande. Las cosas no son proyectos. Dios no me hizo para las cosas, sino para los proyectos, y las cosas no son el proyecto. ¿Por qué muchos pibes se drogan, se deprimen? Porque creen que las cosas son el proyecto; y las cosas son un medio para el sueño, pero no son el sueño. Por eso a los pibes les falta proyecto, no cosas. Confunden las cosas con el proyecto, pero cuando vos tenés el proyecto, las cosas te siguen. Pero cuando las cosas son tu proyecto, las cosas te atan y no te siguen.

Hoy nos vamos a soltar de ideas; ideas humanas. Las ideas las usamos y las soltamos; no nos enamoramos. Job llega al final de esos ocho meses; todo cáncer; sólo, en un basurero; todos lo habían dejado… los tres amigos de Job le decían: “tus diez hijos se murieron por su pecado; Dios te castigó”. ¿Sabés lo que es eso, que te digan que un hijo se murió porque vos actuaste mal…? Eso es perverso. El hombre lleno de cáncer, y Sofar -el otro amigo- le decía: “esto te pasa porque no amaste a Dios con todo tu corazón.” ¿Vos sabés lo que es estar sufriendo una enfermedad terrible y encima te digan que Dios te lo mandó? Pero Job oró por ellos; los desató.

Me desato de estas ideas; estas ideas no son de Dios. Me desato de todos los ritos; me desato de las cosas.

Y dice que Dios vino y lo bendijo. Y Job dijo: “de oídas te había oído, pero ahora mis ojos te ven.” Job se movía por ideas; ideas de la gente. Pero cuando él se desató, dijo: “de oídas te había oído, pero ahora yo te he visto.” Dios te va a dar revelación de Él. Hoy nos tenemos que desatar de las ideas, de nuestros gustos, de las opiniones de los demás. Esa persona que hoy te lastimó, desatate; es una opinión. Dice que se desató de los ritos y Dios le dio una vida larga de ciento cuarenta años.

Dios te va a dar experiencias hermosas cuando salgas del rito.

Cuando Dios me dinamitó a mí todos los ritos que yo tenia (y algunos me los está dinamitando) ya no era más ‘la santa cena’; ya el bautismo no era como lo hacía; ya la lectura de la Biblia exegética no era como lo había aprendido… yo le dije: “Señor, y ahora qué?” Y el Señor me dijo: “ahora vas a vivir abundantemente; ahora te voy a mostrar; vas a ir adonde no fuiste; vas hablar lo que no hablaste; ahora vas a ver: donde jamás soñaste, yo te voy a meter, lo que jamás pensaste, yo te voy a usar; porque saliste del rito y porque saliste del adormecimiento, y porque saliste del piloto automático. Lo único que te queda es oír mi voz, y la vida va a ser una aventura extraordinaria.”

Cuando nos desatemos de las cosas -ese coche que te preocupa; el sueldo que te atormenta; el trabajo; ese jarrón de la abuela que lo cuidás-; cuando digas: “Señor, me desato; te lo entrego; esto tiene un ciclo de vida, y antes que se me rompa el jarrón, te lo entrego, para que cuando se me rompa no me duela.” Y cuando vos se lo entregás, Dios dice: “éste tiene proyecto; éste tiene sueño; le voy a dar el doble”; y si leí bien de a diez miles: diez mil; catorce mil; dieciséis mil… porque cuando Dios multiplica, lo hace a lo grande. Iglesia: Febrero es nuestro mes; es el mes de los cristianos desatados. La tierra dará voces de júbilo, porque Dios nos va a dar revelación, vida abundante y prosperidad material. Porque sos muy bueno; sos su imagen; estás coronado de honra, y sos la imagen de Él.

¿Estamos listos para las cosas buenas de Dios? Dios bendijo al doble toda la vida de Job; tuvo catorce hijos más. Pero los hijos nunca reemplazan a los hijos fallecidos. Yo le dije: “Señor, ¿qué significa esto? Porque una cosa se reemplaza, pero un hijo no…” Y el Señor me respondió: “los catorce hijos simbolizan paz con la historia de tu pasado.” Quiero hablarles a los que han tenido pérdidas grandes: Dios te va a dar paz con tu historia; Dios va a cerrar los duelos. Porque la vida sigue; el propósito sigue. Los que partieron, hoy nos están viendo junto con los ángeles del Señor; y nos están escuchando. No pueden participar con nosotros, pero nos pueden ver, así como los ángeles. Y hay una hinchada que nos está alentando hoy a que sigamos adelante, hasta ver el cumplimiento de todas las promesas del Señor. Yo profetizo sobre tu vida que de oídas habías oído, pero ahora verás la gloria del Señor. Profetizo años de vida larga y abundante; experiencias hermosas en el Señor. Y profetizo que todo lo material que hemos perdido, volverá multiplicado otra vez. ¡Amén!

Sos muy bueno; estás bendecido; sos imagen de Dios; y todo lo que hagas te saldrá bien. Despierta tú que duermes, y te alumbrará Cristo.

Comments
  1. Sierva October 23, 2017 6:44 pm Reply

    Dios le bendiga. Muy buena información. En el segundo párrafo veo un error que viene siendo Job 42:13 y tuvo siete hijos y tres hijas. (Versión Reina-Valera 1960.

    • admin March 26, 2020 3:59 am Reply

      GRACIAS POR LA CORRECCION

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